Por Kimberly Taveras
En un esfuerzo reciente por diagnosticar el pulso de la democracia en la República Dominicana, el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo ha desvelado los resultados de la Encuesta de Cultura Democrática 2022-2023. Esta investigación no solo busca evaluar el estado actual de nuestra democracia, sino también fortalecer las bases sobre las cuales se asienta nuestra convivencia política, una iniciativa esencial en un momento en que el Congreso discute importantes reformas institucionales.
Los resultados de la encuesta, aunque esperanzadores en algunos aspectos, revelan los claroscuros de nuestro sistema democrático. La mayoría reconoce a la democracia como el sistema de gobierno preferido, pero esto no siempre se traduce en una participación activa y comprometida. Es notablemente preocupante la apatía hacia los mecanismos democráticos tradicionales, especialmente entre las generaciones más jóvenes y las personas sin educación universitaria, lo que sugiere un desencanto que no podemos permitirnos ignorar.
La encuesta subraya una preocupación crítica: la clase política parece obstinada en debilitar su propia credibilidad, atacándose entre sí y enviando mensajes equivocados a los jóvenes que aspiran a entrar en política. Contrario a lo que sucede en otros gremios profesionales, donde hay un esfuerzo por defenderse mutuamente, los políticos dominicanos frecuentemente se desacreditan mutuamente, incluso desde dentro de sus propias filas. Esta falta de solidaridad no solo erosiona la confianza en los partidos políticos, sino que también debilita la estructura misma de nuestra democracia.
El informe también revela que, aunque los ciudadanos siguen creyendo en las figuras elegidas por voto directo por encima de los funcionarios partidistas y los propios partidos, es crucial que los líderes partidarios fortalezcan el liderazgo que se legitima a través de los procesos electorales. Ser político debe ser visto como un compromiso serio con la resolución de problemas sociales, algo que debe demostrarse en cada elección.
Esta encuesta se convierte en una herramienta crucial en un momento en que se debaten importantes reformas institucionales en el Congreso.
Entender las percepciones y deseos de la población, reflejados en la baja participación electoral, es fundamental. Debe servirnos para evitar los errores que han devastado a naciones como Venezuela y Cuba, donde el desinterés y la desconfianza en el sistema de gobierno contribuyeron a la pérdida de seguridad jurídica, alimentaria y energética, y a un descalabro total del país.
A su vez, los resultados nos instan a reflexionar sobre la solidaridad dentro de la clase política y el respeto por los liderazgos que emergen legítimamente de los procesos electorales.
La tendencia a la disminución en la confianza y la participación no es exclusiva de nuestra nación, pero la respuesta que demos a estos desafíos definirá la trayectoria futura de nuestra democracia.
Es fundamental, entonces, que los partidos políticos y los líderes dominicanos tomen en serio estos resultados. No se trata solo de ajustar estrategias electorales o de ofrecer promesas vacías.
Se trata de comprometerse genuinamente con la mejora de las condiciones políticas y sociales que permitan a todos los ciudadanos sentir que tienen voz y voto en el diseño del futuro dominicano.
Para fortalecer nuestra democracia, debemos abordar estos desafíos con una estrategia que incluya educación cívica, reformas políticas, y una mayor transparencia en la gestión pública.
Este esfuerzo por revitalizar la democracia debe ir acompañado de un respeto renovado por el papel que juega la ciudadanía en la gobernanza del país, fomentando una participación más activa y consciente en los procesos políticos.
Así, mientras enfrentamos estos retos, es esencial mantener la esperanza y el compromiso con los valores democráticos.
La democracia no es simplemente un sistema político, sino un compromiso continuo con los principios de libertad, igualdad y justicia para todos.
Al trabajar juntos, con un respeto renovado por estos principios, podemos superar los obstáculos actuales y construir un futuro más prometedor para la República Dominicana.
Solo a través de un esfuerzo colectivo y continuo podremos aspirar a una democracia no solo nominal, sino palpable y vibrante que garantice el bienestar de todos sus ciudadanos.