POR JOSÉ GÓMEZ CERDA
El escribir libros es un arte difícil de realizar. Antes hay que tener la voluntad y el deseo de leer.
El que no se dedica a la lectura, al estudio, a la investigación, difícilmente puede dedicarse a escribir. ¡La clave de todo escritor es la buena lectura!
La palabra es la forma expresiva del escritor, desde el lenguaje y con el lenguaje es como se realiza la obra literaria.
Lo primero que leí sobre los escritores fue un trabajo de Baldomero Fernández Moreno, argentino, quien expresó que escribir es hilvanar palabras.
Como mi madre era costurera comprendí que hilvanar es realizar una obra, que debe existir una coherencia en toda la obra.
La escritura debe tener arte, que es imprimir una idea en una materia, es una cualidad de orden intelectual, es una virtud del entendimiento práctico, que debe conducir al verdadero bien, con cierta perfección de espíritu.
El arte es ordenación de la razón, buscando los medios adecuados.
Para ser escritor es necesario tener algo importante que decir, que sea de interés para otros.
Cuando una persona escribe y expresa sus pensamientos en forma comprensible a los demás, es para cumplir el fin del lenguaje que es «transmitir lo pensado a lo escrito».
El tiempo que transcurre entre la obra del escritor y el lector p
uede ser breve o casi siempre muy distante, pero debe tener el interés de ser siempre nuevo para el lector, debe tener vigencia y actualidad.
Desde que me inicié en el movimiento obrero me dediqué a ser un propagandista, distribuir propaganda sindical, pero también comprendí que el mejor propagandista es el que escribe la propia propaganda.
En la Era de Trujillo, siendo yo un adolescente, partí de Santiago a la capital, ingresé a la Juventud Obrera Católica (JOC), primero como pre-jocista, luego militante y después presidente nacional de la JOC.
Después tuve que salir al exilio, en 1958. Me instalé en Nueva York, aunque viajé a Costa Rica, Puerto Rico, Cuba y Venezuela.
En Nueva York fui secretario juvenil del Movimiento Pro Liberación Dominicana, grupo antitrujillista.
En Puerto Rico estudié trabajo social, en la Universidad de Río Piedras; En Venezuela estudié política y sindicalismo, en la escuela del sindicalismo cristiano.
El militante es un hombre de acción, lo que limita el arte de escritor, se hace difícil conjugar estas dos actividades, acción y concentración.
El arte de escribir para los trabajadores no es para vivir económicamente, sino para tener la satisfacción de escribir, pero hacerlo como un arte.
Estando en la Juventud Obrera Cristiana (JOC), en Nueva York, dirigí el primer periódico, dedicado a los jóvenes trabajadores, “El Cha-Cha-cha”, ahí escribí mis primeros editoriales y parte del contenido de esa publicación.
Cuando se inició la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC), en 1962, dirigí el periódico REVOLUCIÓN OBRERA, publicación mensual, que iniciamos en Santiago, e inmediatamente escribí un libro anual: Libertad Sindical, Manual de Sindicalismo, Sindicalismo Cristiano y el Sindicalista.
En una discusión con Ángel Miolán, en esa época secretario general del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), él me dijo, en una reunión con directivos del Sindicato de Trabajadores de la Compañía Anónima Tabacalera, que la intención del gobierno era formar sindicatos en los ingenios azucareros y en las empresas del estado, para que fueran dirigidos por una federación controlada por el PRD.
Ellos querían hacer un partido político como el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y una central como la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM), de México.
De esa discusión me surgió la idea creadora de escribir un libro sobre LA LIBERTAD SINDICAL, el derecho que tiene un trabajador para pertenecer, mantenerse o desafiliarse de un sindicato, !cuando él lo decida!
Así también el derecho que tiene un sindicato para pertenecer, mantenerse o desafiliarse a una federación, y de una Federación para hacerlo dentro de una Confederación. ¡No que lo decida el patrón o el gobierno!
Así surgió mi primer libro titulado LIBERTAD SINDICAL, publicado en 1963.Después me interesé en escribir sobre los acontecimientos cotidianos, y publiqué; Manual de Sindicalismo, El Sindicalismo Cristianos, Tres Militantes Cristianos, La Lucha es Diaria y La vida Sindical, éstas dos últimas son especies de diarios personales.
Hasta ahora, he escrito 82 libros, de los cuales 45 son digitales.