SANTO DOMINGO.-Francisca Emiliano, de 64 años, era una mujer de vida sencilla y sin pretensiones. Profesora jubilada, dedicó su vida al trabajo arduo y al bienestar de su familia, sin buscar protagonismo ni lujos. Residente en el sector Bienvenido de Manoguayabo, Santo Domingo Oeste, su mundo giraba en torno al cuidado de su madre Juana Emiliano, de 84 años, y la gestión de tres casas de alquiler que había logrado adquirir con esfuerzo.
El viernes 24 de enero inició su jornada como de costumbre. Se levantó temprano, limpió su hogar, preparó el desayuno y atendió a su madre, quien padece problemas de salud. Luego, salió de su casa para entregar una citación, acompañada de su sobrino, José David Ceballo. Sin embargo, lo que parecía un día normal se convirtió en una tragedia. Francisca nunca regresó.
Una desaparición misteriosa
Tras su desaparición, la familia Emiliano inició una intensa búsqueda. Recorrieron hospitales y contactaron a conocidos, con la esperanza de encontrarla con vida. Pero su temor se hizo realidad varios días después, cuando su cuerpo fue hallado a orillas del río Haina.
El dolor se multiplicó cuando los informes policiales revelaron que Francisca fue víctima de un crimen brutal. Según declaraciones de su nieta, Ruth Esther, el sobrino José David confesó que el abogado Bernardo Figueroa, conocido de la familia, fue quien presuntamente la atacó.
Un conflicto sin denunciar
Según la familia de la víctima, Figueroa había acosado a Francisca en el pasado. Aunque ella nunca lo denunció formalmente, había tenido un altercado con él por temas relacionados con sus propiedades. Su última salida habría sido para llevar documentación sobre esos terrenos.
De acuerdo con las declaraciones de José David a la policía, el abogado la atacó con un golpe en la cabeza y, junto con otras dos personas, trasladó su cuerpo para deshacerse de él. La investigación sigue en curso para esclarecer los detalles del crimen y determinar la responsabilidad de los implicados.
Dolor e indignación
La noticia sacudió a la comunidad de Manoguayabo. Vecinos y allegados describieron a Francisca como una mujer tranquila, respetuosa y generosa. «Era una persona de bien, cordial y sin problemas con nadie», relató Freddy Polanco, uno de sus vecinos.
Su madre, Juana Emiliano, está devastada. «Ella era mi todo. No entiendo cómo alguien pudo hacerle esto», expresó entre lágrimas.
Por su parte, Lady, otra de sus nietas, exigió justicia en nombre de toda la familia. «Ella era el pilar de nuestra familia, siempre nos enseñó a ser mejores personas, a ayudar a los demás. Hoy la hemos perdido de una manera injusta. Queremos que se haga justicia por ella», declaró con la voz quebrada.
Un clamor por justicia
El caso de Francisca Emiliano ha dejado un profundo impacto en su comunidad y ha reabierto el debate sobre la violencia contra las mujeres y la impunidad en casos de acoso y amenazas. Su familia y amigos no cesarán hasta que se haga justicia por una mujer que, hasta el último día de su vida, luchó con esfuerzo y dignidad.