Por Néstor Estévez
Joan Manuel Serrat acaba de recibir el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024.
En la entrega, este exquisito artista ha vuelto a usar palabras para retar, para inquietar, pero también para orientar, para entusiasmar y para inspirar.
De este artista supe desde mi niñez. Probablemente me habrá llegado a través de “Juventud Pa’lante”, “Domingo Musical Cultural”, programas dedicados a promover música que además de entretener hacía pensar, o quizás por Menny Almonte, locutor santiaguero del que celebro haberme dejado influir.
En “Mediterráneo”, Joan Manuel expresa un amor profundo por la tierra y el mar que lo vieron nacer, con una mezcla de nostalgia y gratitud. “Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa”, canta, refiriéndose a sus raíces, algo que todos deberíamos valorar.
Aunque mucha gente no lo priorice, mantenernos conectados con nuestra historia y nuestras experiencias de vida es clave para entendernos mejor como individuos y como parte de un todo. Ese tipo de conexión nos permite ser más empáticos, comprender la diversidad y, al mismo tiempo, valorar la naturaleza que nos rodea.
En un mundo cada vez más desconectado de sus orígenes, además de “contaminado, hostil e insolidario”, como dijo el artista al recibir el Premio Princesa de Asturias, esta canción nos recuerda que volver a lo básico, a lo natural y a lo auténtico, es esencial para nuestra paz interior y nuestra relación con el entorno.
Escucharlo cantar “Esos locos bajitos” es repasar una mirada tierna y reflexiva sobre la infancia. En esa canción, el galardonado artista describe a los niños como seres frágiles, pero llenos de potencial, y nos invita a tratarlos con el respeto y la atención que merecen.
“Nada ni nadie puede impedir que sufran”, dice Serrat en su composición, mostrando una aceptación realista de la vida, pero también tendiendo una invitación y dejando un mensaje claro: si queremos un futuro mejor, debemos comenzar por cuidar y educar a las nuevas generaciones con valores de respeto, empatía y libertad.
Hoy, cuando la dificultad para mantener relaciones se transforma en violencia y hasta en muerte, hace falta retomar a Serrat con su “Lucía”, composición en la que el artista canta al amor perdido, pero lo hace con una ternura y un respeto tan profundos que transforma la tristeza en una celebración del amor en su forma más pura. “Tus recuerdos son cada día más dulces”, canta, reflejando la importancia de vivir el amor con respeto, aun cuando ya no esté presente. Esta canción nos enseña a valorar a las personas que han sido parte de nuestra vida, a recordar lo positivo y a dejar ir el resentimiento.
“Creo en la tolerancia, en el respeto al derecho ajeno, en el diálogo como la única manera de resolver los asuntos justamente, creo en la libertad, en la justicia y en la democracia, valores que van de la mano o que no van”, ha dicho Serrat en su breve discurso ante la concurrencia. Con ello nos ayuda a rememorar aquello de que “Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos”.
Con “Aquellas pequeñas cosas”, canción interpretada por Serrat en el acto de premiación, el poeta y cantor nos lleva a valorar los recuerdos y las experiencias más simples. Serrat refiere que esas “cosas pequeñas” vuelven “como hojas secas” a recordarnos lo importante.
En una época donde muchas veces estamos atrapados en la búsqueda del éxito material o del reconocimiento social, con esa especie de oda a la gratitud y al reconocimiento de lo verdaderamente valioso, este exquisito artista nos invita a detenernos y a valorar esos momentos de simplicidad que, en el fondo, explican lo que realmente somos.
Ojalá, como Serrat, nos dejáramos influir por Antonio Machado. Así, con “Cantares”, basada en el poema “Proverbios y Cantares”, de Machado, recordaríamos que lo valioso se ha de construir con las decisiones que tomamos.
Con “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, ambos nos invitan a ser responsables de nuestras acciones, sabiendo que cada paso, por pequeño que sea, tiene consecuencias.
Con “Cantares”, Antonio Machado y Joan Manuel Serrat nos imparten una lección de humildad y determinación, dos cualidades esenciales para ser mejores personas.